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Si tan sólo fuera vivir y deslizarse por las rutinas, quizás entonces el susto o la ausencia de fuerzas espantaría la queja. Si tan sólo fuera quejarse, si todos se quejan, todos defienden más que al oxígeno su derecho militante a la queja y entonces quejarme ya me ahuyenta por sentir esa música agotando mis palabras.
Pocas cosas quedan en esta mujer pletórica de intensidades, quizás la intensidad misma, el reducirse la tragedia a pocas líneas, a titulares que no se reiteran pero se amalgaman en catástrofes.
Unas células disueltas en el éxtasis amoroso que no han vuelto a encontrar su estructura y avanzan con mis pasos desarmadas como simulando un cuerpo.
Un útero lleno de ausencia lleno de rieles que no conducen y una sirena inextinguible marcando las 20.30 cada día pero a las
Unos trozos como harapos demasiadas cuentas impagas todos los proyectos incumplidos todo lo que ya no seré. Mi cansancio patria de mis huesos muertos. Sangre tóxica. Días contados. Incertidumbre tan extensa como todos los desiertos salitrosos a un tiempo.
Muerte. Tanta. Muerte.
Amor atravesándome disolviéndome quemándome.
Una niña.
Y yo.
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