silencio
te quiero obediente
labrarte en yemas mis dedos
sujetarte
el hueso de tu cadera
aferrarlo para no irme en vos
no todavía no si no quiero
callarte más te vale no hablar
suspensión de la atmósfera peligro en quietud en hambre
hasta dónde resisten tus articulaciones y tu sentido del tiempo?
quieta, nena
no intentes el nudo es bueno
paladeá la asfixia
que el vacío te otorgue estallido
dame sin preguntas sin reticencia sin forcejeos
quieta
.
.
.
entrega del pulso del poder de ella
sin otra promesa que oxígeno en el onceavo día
quince segundos traspasado el final